jueves, 7 de noviembre de 2013

RUMBO A BEIJING. 5- Recuperando la memoria

A más de un año del regreso, intento recuperar la memoria...

Acabo de armar la mochila y de colocar en el desvencijado trolley que Carlos me cedió, tras hacerse con una flamante y enorme maleta nueva en el Mercado de la Seda, todas mis compras: agujas, moxas, lancetas, ventosas de pistola y de cristal, preparados de fitoterapia, piedras gua sha y aceites para masaje, electroacupuntor..., y bajo a desayunar.
Se me hace raro no encontrar a ningún compañero en la terracita del hotel, ahora tan silenciosa... Despacho el desayuno sin apetito, con una incómoda sensación de vacío en el estómago, y me dispongo a dar el último paseo por el barrio, nuestro hutong, antes de liquidar la factura del hotel en el que he pasado el último mes y de pesar mi equipaje (esta vez sí que estoy al borde del sobrepeso!).
Voy despidiéndome de cada rincón mientras los recuerdos de este mes intenso me asaltan a cada esquina, hago las últimas compras para gastar los yuanes restantes en el DIA autoservicio descuento (es flipante, pero hasta en eso nos sentíamos aquí como en casa!), y cumplo con las últimas visitas pendientes: la Torre de la Campana y la Torre del Tambor. Tras trepar por las empinadas escaleras de acceso ("estaría bueno que ahora me torciera un tobillo", pienso) puedo disfrutar de las vistas aéreas de esta caótica y, ya no tan incomprensible, ciudad y del espectáculo de sentir esos tambores retumbando en todo mi cuerpo.
Completo así el ritual de cierre de este mes en Beijing que comencé el día anterior tras despedir a los últimos compañeros que regresaban a diferentes puntos de España: Última visita a las tiendas de productos de Medicina China, paseo por el parque Beihai para contemplar el último atardecer desde la pagoda, cena en un restaurante del lago con Katia y sus hijas, a las que no veo desde que nos despedimos en el aeropuerto, recién llegadas de su periplo por el Sur...
Cuando salgo del callejón soy consciente de que posiblemente nunca regrese aquí, y me sorprendo sintiendo un pellizco de tristeza y de nostalgia. Quién iba a decírmelo cuando me monté en el taxi a mi llegada...!
La sensación se repite en todo el trayecto, esta vez en metro, cuya cómoda extensión al aeropuerto me permite visualizar, a la inversa, los sucesivos cinturones de esta megalópolis.

Al llegar a la cinta de equipajes en Barajas después de sobrevolar medio mundo, oigo mi nombre, entre otros, por la megafonía: nuestros equipajes siguen en Berlín, la escala ha sido tan rápida que no ha dado tiempo a cargarlos, nos los llevarán a casa cuando lleguen en un próximo vuelo. Así que, wu wei, no hay mal que por bien no venga... regreso a casa caminando, con mi pequeña mochila al hombro, disfrutando de una agradable noche de verano con luna llena, otra luna azul. Y  entonces recuerdo, qué gracia, la figura del loco, con su hatillo a la espalda...

Tras eso la realidad cotidiana me atrapó rápidamente. "He de escribir", me decía a cada tanto, pero nuevas experiencias capturaban mi atención y el momento de ponerme a ello nunca llegaba.
Ahora siento que he de resolver este "atasco", pues hay mucho ya pugnando por salir y el viaje africano de este verano empuja con fuerza.
Queda tanto en la memoria por contar...! Éstos podrían ser los títulos de esos recuerdos a los que intentaré ir dando forma. Poco a poco...:

-Los hospitales: Hugosi y An Mo. Trabajando con la Energía.
-Living in Beijing: Up & down.
-Nuestro pequeño mundo. La vida en el hutong.
-Shopping in Beijing.
-Un poco de turismo...
-I want a ticket to...
-Pingyao, un viaje en el tiempo.
-Trekking en la Gran Muralla. Walking on the wild side.
-Wu wei

Poco a poco...........