jueves, 25 de agosto de 2011

INDIA DEL SUR. 22- KARNATAKA. Ocho días, cinco dinastías, cuatro religiones


Apuramos nuestra estancia en el estado de Karnataka, que hemos recorrido de sur a norte durante poco más de una semana, tiempo tan aprovechado que  parece casi una vida...

Ya hemos hablado bastante de historia, dinastías, arte y piedras.

En cuanto al paisaje físico...

El terreno se ha ido tornando más árido y mesetario, aunque el monzón, que aquí nos ha pillado de lleno -afortunadamente sin impedir nuestra dinámica viajera-, ha dejado la tierra bien empapada y verde.

Sigue habiendo grandes extensiones de campo cultivado con esmero, aunque con bastantes claros adehesados donde pastan rebaños de ovejas y cabras.
Los cultivos más tropicales del sur han ido dejando paso al cereal, sobre todo mijo, las lentejas (con las que elaboran ese delicioso plato, el Dhal), algún viñedo, mucho algodón y otros que mi ignorancia agrícola no reconoce.

Y en cuanto al paisaje humano:

Este es un estado más “indio” que Kerala (el “Caribe” indio junto con Goa), con una ruralidad más marcada, y en el que se aprecia un menor nivel de vida también en los servicios (las carreteras, por ejemplo, están peor cuidadas, aunque las tasas de paso son las más altas, a diferencia de Kerala, en que son gratuitas).

La gente es tal vez menos sonriente de entrada que en Kerala, algo más ruda, aunque la sonrisa acaba brotando y su amabilidad y hospitalidad son proverbiales.
Se ven más hombres con el traje tradicional que popularizó Gandhi: lungi (falda pareo larga) o dohti,  kurta (camisa larga), y gorrito.
Los niños se han hecho algo más insistentes a nuestro paso: “School pen, chocolate, photo”... El lenguaje universal de la infancia en los mundos menos favorecidos.
Y se han empezado a ver asentamientos gitanos al lado de las carreteras, precarias tiendas cubiertas con plásticos y algunas cabras alrededor. Sus mujeres van literalmente cubiertas de adornos y abalorios.

Otras diferencias que se van notando de sur a norte:

El número de musulmanes ha aumentado progresivamente hasta alcanzar su máximo exponente en la ciudad de Bijapur, en la frontera con el estado vecino. Sede hacia el 1500 de uno de los sultanatos turco-mogoles que llegaron en oleadas desde la meseta central del Decán, tiene algunos monumentos que visitamos, como las murallas de su ciudadela con su enorme cañón de 55 toneladas, el elegante mausoleo de Ibrahim Rouza, la mezquita Jama Masjid y el Gol Gumbaz, otro mausoleo de enorme cúpula (una de las más grandes del mundo no sustentadas) con una magnífica acústica en su “galería de los susurros” (más bien de los gritos, que es lo que hacen con insistencia los autóctonos para comprobar el efecto).

En las ciudades y pueblos  han ido desapareciendo los cuervos (introducidos, al parecer, por los ingleses para procesar los residuos) siendo sustituidos por piaras espontáneas de cerdos pequeñitos que corretean hozando por todas partes entre la suciedad, que aquí también es más abundante. Estos animales, al igual que las vacas, no tienen depredador. Y se nota.

Ah, la comida es más picante. Y también se nota... su efecto.

Y además... Hemos tenido la oportunidad de caminar por mercados locales que no tienen ningún hábito de ver ni tratar con occidentales y mezclarnos con su gente; de visitar pueblos como Badami y Aihole, asomarnos a sus casas e incluso entrar en ellas.

Todo esto me ha dejado un recuerdo muy gráfico del que resalto algunas imágenes...

Así que nos despedimos de este estado tras los papeleos de rigor entre un intenso tráfico de camiones profusamente decorados.

La última imagen que me llevo, ésta sólo en mi memoria, es la del muchacho que me lanzó un beso a nuestro paso con una enorme sonrisa.

Entramos en Maharashtra...














                                                            Manifestacion pro-Anna



                                                                    Mausoleo de Ibrahim Rouza
 
                                                      Gol Gumbaz















INDIA DEL SUR. 21- BADAMI Y LOS CHALUCKYAS. Hacia los orígenes del Hinduísmo.


Los drávidas fueron los pobladores aborígenes de India, los depositarios de sus tradiciones más ancestrales y puras, muy diferentes de las del norte. Ocuparon los actuales estados de Kerala, Karnataka, Tamil Nadu y Andra Pradesh y fueron desplazándose al sur tras las invasiones de los hunos (arios, persas...), hacia el 490. Ese fue el comienzo...

Al cabo de tres semanas parece que todo se va colocando y ya sabemos un poquito sobre el “Veronés”.

Nuestra guía me facilitó un pequeño resumen que me ha ayudado a situar histórica y artísticamente este lío de dinastías que componen la “biografía” de  India del Sur. Ahí va...

Desde el S.VII hasta 1565 (invasiones árabe-mogoles) se sucedieron en el sur de India diferentes dinastías cuyos reinados y territorios se solaparon.

Aunque no hay comparación posible en lo histórico ni en las fechas, al menos en lo artístico los estilos arquitectónicos de los templos vistos me han sugerido ciertas equivalencias con los nuestros. Me permito la licencia de reflejarlo aquí en el orden aproximado en que los hemos visitado...

-Pallava: 625-S.IX d.C. Mahavalipuram. Sería como nuestro prerománico y románico.
-Chola: 997-S.XIII d.C. Templos de Nataraja y Tanjore. Como un gótico florido?
-Pandyas: S. XII-S.XIV. Templo de Madurai. Mmm... Este abarcaría todo el gótico.
-Hoysala: S.X-S.XIV. Templos Belur, Halevid, Khesava. El barroco indio, sin duda.
-Viyajanagar: 1336-1565. Hampi. El equivalente a nuestro Renacimiento.

Pues bien, ahora añadimos una pieza fundamental. Para ello tenemos que retroceder en el tiempo hasta el S. VI, cuando el hinduismo hace su aparición absorbiendo conceptos del budismo e integrándolos con las raíces védicas.

La Chaluckya es una dinastía comprendida entre los S.VI-S.IX d.C. Sus exponentes históricos y religiosos están resumidos en los complejos de Aihole, Pattadakal y Badami. Serían el equivalente a nuestro prerománico-románico y gótico temprano...

Visitamos esas ruinas. A estas alturas estamos más que saturados de tanto templo, pero estos resultan curiosos por ser precursores de todo lo visto anteriormente, un “ensayo” para los futuros templos.
Son, por tanto, mucho más sencillos en planteamiento y decoración, más primitivos. Además están peor conservados, debido a su antiguedad y a que están hechos en piedra arenisca, mucho más erosionable.
Aparecen en ellos algunos elementos decorativos como la rueda y la esvástica (testimonio de la influencia aria), motivos geométricos... y torres en forma de mazorca de poca altura. Pero también figuras que ya insinúan la voluptuosidad y el movimiento del arte hinduísta posterior.

Todos esos templos están dedicados a Shiva, el creador-destructor en su simbología creadora más esquemática y primitiva, en forma de lingam, el falo cósmico que fecundaría a la materia primordial o Shakti dando lugar a la multiplicidad (algo parecido a lo del yang-yin y las diez mil cosas de los taoístas...).
Así que el símbolo fálico se encuentra por todas partes. Aunque sin las connotaciones sexuales que nosotros le atribuímos.

Pero todo esto, con ser interesante es algo muerto... Y yo me quedo con lo vivo, con la vida que hay alrededor de esos templos en ruinas: las de los habitantes de Badami y Aihole.

Y con los cientos de minúsculas ranitas, algunas como la uña de mi meñique, que salían a nuestro paso después de la lluvia en los templos. Cogerlas en la mano y observarlas me llevó de vuelta a mi infancia...

Templo de Durga. Aihole




                                                                             Pattadakam




                                            Tirka (piscina ceremonial). Templo de Mahakuta

                                                                      Árbol sagrado

                                                                       Kaala (el tiempo)

                                                                        Cueva-templo. Badami
                                                      Badami