Dicen que Mercan Dede es un derviche moderno... Nadie como él resume en música la esencia de Estambul, su mezcla de Oriente y Occidente, de tradición y modernidad... y las contradicciones de aunar todos esos mundos en una Ciudad hermosa y esférica hecha para ser caminada, para ser descubierta en cada recodo de sus callejuelas y sus gentes, para ser olida, saboreada, disfrutada, soñada... en cada una de sus tres orillas.
Para ello nada mejor que viajar fuera de temporada y, después de un buen desayuno con gaviotas y vistas al Bósforo, olvidar el mapa en el hotel, dejar que tus pasos te alejen de los lugares ya conocidos -Mezquita Azul, Santa Sofía, Topkapi, Yerbatan Sarnici, Gran Bazar...-, y te lleven a la pequeña Sokollu Mehmet Paça con su escuelita coránica, su cementerio y su tiempo detenido... Para luego, tras contemplar en la antigüa estación de Sirkeci la llegada de un Orient Express imaginario, dejarse guiar por el olfato hasta descubrir en el bullicioso aledaño del Bazar de las Especias los escalones de subida a la Rusten Paça... y navegar un ratito en el silencioso verde esmeralda de sus azulejos. Y subir después la cuesta hasta la, no menos magnífica, mezquita de Solimán el Magnífico, respirar en las cuatro direcciones de su mirador los aires nostálgicos de sus tiempos de grandeza, y, tras rendir homenaje a Sinán, el arquitecto de Sueños, en su recoleta tumba, confiar en que esos mismos pasos te lleven al café Haliç y a un atardecer de oro en su Cuerno.
En fin... Hay tantos viajes como viajeros. Y hay también ciudades invisibles dentro de las visibles. Esta es sólo una de esas ciudades en una de las orillas de esa ciudad de múltiples nombres: Bizancio, Constantinopla, Estambul...
Otro día damos una vueltita por las otras orillas. Vienes?
M. G.
Estambul. Julio 1997, Mayo 1998, Agosto 2002 y, sobre todo, Diciembre 2006
Souffle ( Aliento )
Istanbul
1 comentario:
Te acompañaré a la otra orilla si sigue describiéndome lo que ves como en este relato. Yo cerraré los ojos y dejaré que sean tus palabras las que dibujen el paisaje.
Referir con precisión y economía, creo que esa es la base de la buena literatura de viajes. Uno de los maestros del género, el malogrado Chatwin*, siempre recordaba que fue su trabajo en la galería Sotheby, describiendo objetos arqueológicos, el que confirió su estilo narrativo. Luego convendrá añadir una pizca de emoción y, sobretodo, dejar espacio para que la imaginación del lector opere.
Sigue abriéndonos ventanas, estamos locos por volar.
Tx.
* Murió de SIDA en 1989, con cuarenta y ocho años, su “En la Patagonia” de 1977, aunque posteriormente polémica, es obra de referencia.
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