martes, 16 de agosto de 2011

INDIA DEL SUR. 15- MUDUMALAI. El corazón de los Nilgiri

La Reserva de la Biosfera de Nilgiri, en las estribaciones de los Gathes occidentales, se extiende en una superficie de 5.500 km cuadrados en la encrucijada formada por los estados de Karnataka, Kerala y Tamil Nadu. Parte de ella está organizada en forma de Parques Nacionales: Wayanad en Kerala, Bandipur en Karnataka, y Mudumalai en Tamil Nadu. Aunque estas áreas de conservación tienen un planteamiento ligeramente distinto del nuestro, como luego veremos...

Nuestro destino es el Parque Nacional de Mudumalai, de unos 321 km cuadrados. Según dicen el mejor conservado de los tres y en el que es más fácil contemplar fauna. Regresamos, pues, a Tamil Nadu por dos días.

La etapa desde Kochi es larga pero entretenida, con ese escaparate a la vida cotidiana del hindú que son sus carreteras.
Puedo observar que las casas en ese tramo del norte de Kerala son de buena construcción y las infraestructuras y servicios también parecen mejores que la media. Las sonrisas siguen siendo de primera calidad.
El paisaje también va cambiando. La carretera va ascendiendo, primero de forma suave, para hacerse progresivamente más empinada y serpenteante. Las palmeras van siendo sustituidas por plataneras, árboles de hoja semiperenne y algunas plantaciones de caucho. La humedad va aumentando y la temperatura desciende. Hasta que aparecen grandes matas de bambú, plantaciones de té y, arriba del todo, de café. Por unos momentos siento que me hubiera transportado a Colombia, al Eje cafetero! Pero, no, los verdes no son tan matizados. Estamos muy lejos...

Enseguida vemos la entrada del parque. No puedo creerlo, aunque nuestra guía ya nos avisó: El parque es atravesado por la carretera que comunica con Mysore durante unos 15 kilómetros. De hecho, es la única vía habilitada para el tránsito rodado y no se permite el acceso a pie por pistas debido a la peligrosidad que entraña (ha habido algún caso de turistas muertos por ataques de elefantes).
El tráfico por la carretera es intenso y no precisamente silencioso... sobre todo el domingo. A ambos lados de ésta hay carteles que prohiben tirar basura, dar de comer a los animales, hacer ruido, salir de los coches y... hacer fotos!! Ni que decir tiene que todas esas prohibiciones son incumplidas continuamente. Pudimos ver familias enteras fotografiándosen bien cerca de los elefantes.
Otra peculiaridad es que en el área del parque hay asentamientos humanos. No me refiero a etnias montañesas -Los pueblos indígenas (badagas, kotas, kurumbas, irulus), dedicados durante mucho tiempo a la recolección de miel y plantas medicinales ayurvédicas, y a un agricultura de subsistencia, han sido absorbidos- sino a pueblos convencionales que han llegado a domesticar algunos elefantes. Aprovechamos pues también para visitar a estos otros habitantes del parque en Masinagudi y Bokkapuram. Y, como no, para ver dos templitos, Murugan y Golpaswam Belta, no tanto por éstos como por su enclave privilegiado. En el segundo había un gentío enorme y llegar a él se convirtió en una romería. De nuevo el domingo...
En fin, esto es India... y éste es un viaje más de paisajes humanos que naturales.

Aún así en el tiempo de estancia pudimos ver a placer elefantes (hay unos 600 en el parque), bueyes de agua, gaúres (bisonte indio), chitales (ciervos moteados), jabalíes y macacos en las márgenes boscosas al lado de la carretera. Y muchas aves desde el resort en el que nos alojamos, un perfecto mirador a las montañas. Eso sí, nada de tigres...

Tras esta experiencia que, con todo, ha sido un soplo de aire fresco y un respiro en el ajetreo del viaje salimos por la misma carretera, que atraviesa también el parque de Bandipur, ya en Karnataka, hacia Mysore...


                                                                              Por el camino 1

                                                 Por el camino 2

                                                                           El té



                                                                                Gaur

                                                                                Chitales




2 comentarios:

Vicky Moreno dijo...

Te tocó a ti la interpretación de tu imagen viajera, porque ésta que acabas de colgar habla mucho de esa adolescente tierna y rebelde que habita debajo de la cota de sílabas bien enlazadas con la que proteges tus sueños.
El viento te peina como una amorosa mano grande que quisiera calmar, acariciándola, tu febril fábrica de ideas..., y te gusta, pero aún así, contienes el dique de tu risa gozona, resumida en sonrisa, y posas tus manos para que no parezca que están deseando abrazarlo.
Tus alas aparecen grandes, largas, majestuosas, como de arcángel... Qué raro. No son de golondrina (esa que de verdad muestran tus ojos acostumbrados a jugar y mirar infinitos). Te encuentras sobrevolando lo divino y lo humano al tiempo que te haces cargo de las mariposas y agradeces las migas del bocadillo del que pasa un rato a tu lado.
Todo en tí es ternura temerosa, pero poderosa, y la concavidad del Hara habla de un vacío que proteges con objetos que cuelgan, objetos que sólo sirven para hacer estampas de la realidad, como si interpusieras el papel entre tu alma y lo que los demás ven y, también aquí, fingieras hacer lo que los demás hacen, sin querer al fin asumir tu condición de estrella de Belén.
Uf... Perdón por la extensión, puedes censurar el comentario.

juan dijo...

Efectivamente, Marisa: Vicky está entregada. Es muy literaria, pero muy real. Al fin te ve sin lentes ni adminículos detrás de las que a veces te escondes. No por miedo. Solo precaución...
¿Lo de risa gozona viene por el tiempo que pasastes en el eje cafetero?
Ya en serio: tu viaje nos está sirviendo para conocer, para valorar India con un cristal humano como hay pocos, con tus ojos. Ahora libres de esos velos de otros tiempos ensimismados.
Gracias por compartir tu senación de estar viva.
JUAN