sábado, 6 de agosto de 2011

INDIA DEL SUR. 2- MAHABALIPURAM (Mamallapuram)

Tras la primera impresión del aeropuerto y la visión espectral de los suburbios de Chennai (Madrás) de madrugada, Mahabalipuram, a hora y media hacia el Sur, nos muestra la cara “amable” de India. 
Estamos, para el que no lo sepa, en el independentista estado de Tamil Nadu.

Pueblo de pescadores y, ahora también, enclave turístico para mochileros playeros, Mahavalipuram ofrece, además de palmeras y mar, una importante muestra de la arquitectura religiosa de la dinastía Pallava (S VII-IX), de la que fue segunda capital y puerto principal. 
Sorprende saber que los romanos arribaron ya a estas orillas allá por el S I d.C...

Entre la frondosa vegetación, el suelo arenoso está salpicado de afloramientos graníticos con formas naturales tan caprichosas como la “Bola de mantequilla de Krishna”, y otras talladas en forma de Mandapams (vestíbulos porticados excavados en la roca sin uso religioso), de templos, o de frisos. La visita se realiza entre talleres de talladores de piedra, que trabajan a la vista amenizándola con el tintineo de sus cinceles, y de vendedoras de fruta.
Se nota que es un lugar de recreo para los autóctonos, pues predominan sobre los aún escasos occidentales. A ver cuánto dura...

Después de unos platillos de marisco y pescado sazonados con las salsas locales -hay que ir acostumbrándose al picante- y remojados con una Kingfisher bien fría, es una delicia caminar por la playa al atardecer y dejar que las olas sustituyan como música de fondo al graznido de los cuervos, que aquí están por todas partes. Y que te vayan meciendo ya entrada la noche.

Al día siguiente, nada como madrugar para curiosear alguna de las pujas (ofrendas) realizadas por los locales y acercarse al pueblo de pescadores a contemplar cómo la vida se despereza en sus habitantes: niños preparando los apuntes para la escuela, muchachas peinando sus trenzas, mujeres dibujando delicados mandalas con polvo de arroz a la entrada de sus casas como muestra de hospitalidad y buenos deseos, pescadores regresando de sus duras jornadas con sus magras capturas que luego las mujeres clasifican en una pequeña lonja...

Todo apenas a un día de llegar y ya Occidente resulta tan lejano... 


Dan ganas de quedarse un poco más ahí, con su playa, sus palmeras y su gente hospitalaria, pero hay que continuar viaje... a Pondicherry.



Los cinco Rathas

Los cinco Rathas (detalle)

La bola de mantequilla de Krishna

La penitencia de Arjuna

Templo de los Tigres





Puerto y templo de la Orilla


Lonja

4 comentarios:

Tino Serra dijo...

Cono! Como se escribe la enye con este teclado? Bueno, pues nada, la foto del senor que reposa sonoliento i ensonado es fantastica. Voy a romper mi camara ahora mismo y voy a hacerle una puya a ta tuya en el primer altar que encuentre de Shiva.

Petons

Anónimo dijo...

Qué buen comienzo. El contraste que tan bien explicas se hace visible y alivia salir de los suburbios para llegar al pueblo de pescadores. Me gusta especialmente y el contacto más puro con las gentes y sus tradiciones. Son lindas las fotos, especialmente las del artesano, que parece manejar la piedra como si fuera madera, el señor durmiendo tan plácidamente en postura tan poco cómoda para nosotros, las mujeres..., enfín, me haces viajar.
Sigue gozando y transmitiendo paisajes y paisanajes. También tus sentires me importan especialmente, pero quizá no sean objetivo del blog.
Cuídate mucho, y un abrazo grande.
Vicky

Amparo Valiente dijo...

Hola Marisa.
Acabo de entrar en tu blog y me estoy emocionando sobremanera. Muy buenas fotos.
En cuanto a la foto de la bola de mantequilla creo recordar que la bola era de Shiva no de Krishna, a menos que en el algún momento de la historia se la intercambiaran.
Un abrazo muy fuerte golondrina.

Amparo

Marisa G dijo...

Muchas gracias, Amparo, por el comentario

En cuanto a la bola de mantequilla...
Está contrastado con la guía. Además, recuerdas la historia de Krishna que tantas veces nos mencionó Henar? Krishna era de pequeño muy travieso y le gustaba mucho la mantequilla que su madre le escondía en un alto y él trepaba para conseguir las bolas de Ghee. De ahí la denominación de ese monumento natural.
Creo que se llamaban también así aquellas bolitas dulces de prasad (la comida bendecida) que Henar nos dio a probar a la salida de algún templo.

Besos y buen regreso a la realidad cotidiana

Marisa