viernes, 12 de agosto de 2011

INDIA DEL SUR. 11- EL PAÍS DE LAS SONRISAS

 
En India viven 1200 millones de habitantes repartidos en 28 Estados -cada uno con su primer ministro, su gobierno... y grandes diferencias entre ellos, por lo que he podido comprobar-, en una superficie equivalente a siete veces el tamaño del Estado español.

De ellos, aproximadamente, el 81.3% son hinduístas, un 12% musulmanes, el 2.3% cristianos, un 1.9% sijs (un sincretismo entre hinduísmo y budismo), el 1.2% budistas y jainístas (esos que llevan su respeto por los animales hasta el punto de ponerse una mascarilla para evitar tragarse algún mosquito), y un 0.8% parsis (zoroastristas).

En cuanto a las lenguas, hay 18 idiomas oficiales: Hindi (el idioma oficial de Delhi), bengalí, tamil, urdu... y unos 1660 dialectos reconocidos. Una auténtica Babel.

El idioma oficial, el que se utiliza en las relaciones con el exterior, y en las relaciones institucionales entre estados, es el inglés. De hecho, por ejemplo, los tamiles se resisten a usar el hindi y prefieren dirigirse al resto de sus compatriotas en inglés, sea cual sea el contexto...

A pesar de que el uso del inglés es generalizado no siempre es fácil entenderlos, sobre todo para alguien con un inglés básico como yo (A la vuelta de las vacaciones siempre me digo: “Este año me pongo en serio...”), pues hablan muy rápido y con acento marcado. Imagino que debe resultarle algo parecido a un inglés que esté empezando a aprender español cuando habla con un andaluz (Con todo mi respeto a los andaluces, pero es que, a veces, a los castellanos del “centro” también nos cuesta entenderlos...).

Pero hay otro lenguaje no verbal, más universal, de cuya importancia tomas plena conciencia en estos casos: El de las miradas intensas y las sonrisas extensas. Y es que vale más una imagen que mil palabras...

Esto se hace patente en muchos países, pero en éste especialmente. La India es un país de sonrisas.

Te sonríen todos los ocupantes de sus abarrotados buses, los niños camino del colegio, las mujeres que te cruzas en los mercados, los jóvenes a los que consultas una dirección (que, muchas veces, te acompañan hasta asegurarse de que estás en el buen camino), los hombres desde sus negocios... Sin excepción, y sin  importar su condición. Es más, diría que sonríen más los más humildes, los que menos tienen... 
Son todas ellas sonrisas luminosas, da igual la perfección de su dentadura y su blancura (de hecho, todas resultan muy blancas en contraste con su piel).
A veces las acompañan con un gesto de la mano a modo de saludo, o con ese encantador mohín que hacen oscilando la cabeza y que es su forma de asentir (justo al revés que nosostros...).

Luego están las miradas. Las hay curiosas, tímidas, inquisitivas, seductoras, amistosas, hospitalarias, divertidas...

Y las consabidas preguntas sobre la marcha: "Where are you from?", "What´s your name?", con las que, sobre todo los niños, intentan satisfacer su curiosidad.

Nunca había mirado tanto y tan intensamente a los ojos ni había sonreído tanto como aquí, en este viaje, consciente de que cada persona con la que te cruzas te cuenta en unos instantes una historia, a veces toda una vida, con una mirada, y te abraza con una sonrisa.

Creo que la India me está enseñando a sonreir más y, sobre todo, a sonreir mejor, desde otro lado... desde el corazón. 




1 comentario:

Vicky dijo...

Dijo (creo que Gabriela Mistral) que "hay sonrisas que no son de felicidad, sino de un modo de llorar con bondad". No sé si será verdad. Si lo es, en esa tierra seguro que puedes averiguar si detrás de las sonrisas se disimula mejor el hambre y las penas, porque pensarán que, además de pobres, no vamos a tomarnos la molestia de arrugar cuarenta músculos, pudiendo agradar sólo con once.
Me parece que esa palabra resume muy bien el talante que tan claramente nos relatas: El pueblo indio, los pueblos indios, hindúes o no, son agradables y viven para agradar. ¿Cómo puede eso estar presente en tantas culturas no contaminadas? ¿Será algo genético? ¿Estaría en nuestros genes originariamente y luego surgió la mutación que nos hizo violentos, egoístas y vengativos? ¿Será ese el pecado original y la causa de la metafórica expulsión del paraíso?..
Bueno, hoy me dejas pensativa. Me voy a resolverlo con la almohada.
Un abrazo a mi amiga cronista de las verdaderas Indias.
Vicky